martes, 27 de marzo de 2018

JAMES ENSOR, el visionario



Fue James Ensor un precursor del arte moderno, uno de los artistas más controvertidos y originales de su època.
Tanto para el Impresionismo como para el Expresionismo, 
su obra tuvo aportes decisivos.
Nacio en 1860 en Ostende, ciudad belga sobre el Mar del Norte y falleciò el 19 de noviembre de 1949, en la misma ciudad.

1860- 1949,  a horcajadas entre la ùltima mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, su vida tuvo de telón de fondo, una de las épocas más turbulentas de la historia europea.
La segunda revoluciòn industrial está en marcha en Europa a finales del siglo XIX.  Los capitales fluyen hacia la industria desde la iniciativa privada o con el decidido apoyo de los Estados.  El carbòn y el acero comienzan a ser sustituidos por el aluminio y el petròleo, comienzan a volar los primeros aeroplanos y a andar los automòviles, los obreros de la primera revoluciòn industrial comienzan a organizarse y cambian las relaciones laborales, la bicicleta cambia hàbitos sociales y en Paris, las mujeres comienzan a usar el pantalón para escándalo de los tradicionalistas.

Esta nueva revoluciòn industrial impulsa la creaciòn de nuevos imperios, y las viejas potencias decadentes (Rusia, Portugal, España y tambièn Inglaterra, aunque con resistencia!)deben dejar paso a naciones más pujantes e industrializadas.  La fuerza pasò a ser el mejor argumento de convicciòn entre las naciones.
Epoca de quiebres, de conflictos larvados prontos a eclosionar;  años de descreimiento, de frustraciones sociales y desesperanzas personales.-
Ese fue el contexto històrico social de James Ensor.
A nivel familiar, contò con el apoyo de su padre, Frederic James Ensor, cuando se inclinò hacia el arte, luego de abandonar el colegio. Tuvo un maestro acuarelista y más tarde fue enviado a una Academia de Arte en Bruselas, pero las normas y reglamentos no iban con su temperamento. De regreso a Ostende, instala un pequeño taller en la buhardilla de su casa y allí inicia una carrera artìstica tan sorprendente que lo coloca junto a figuras como las de Van Gogh y Gauguin.
En el intento de ordenar su creaciòn pictòrica, se puede decir que primeramente pasò por una etapa que podrìa llamarse "oscura", muy semejante a Manet, del que desconocìa todo. El realismo es lo que resalta de esa etapa.   Luego un cambio bastante radical, pone luminosidad a sus paisajes y figuras, algunos autorretratos que lo emparentan con Rembrandt.  Poco a poco su pintura se vuelve más intimista y el paso siguiente será una fantasìa sin límites.  Es en este momento cuando empieza el desconcierto de la crìtica de su època, profundiza su caracter burlón, oscilando entre lo trágico y lo cómico,  bajo la presencia obsesiva de la Muerte en sus cuadros.
Su juventud y parte de su  madurez fue de incomprensiòn para con su arte, cuando llegaron los laureles a coronar su obra, el momento de plenitud ya  habia pasado, las energias habian menguado y la rebeldia y el sarcasmo irreverente se habian apaciguado.

Los invito a entrar en el clima artìstico y emocional de James Ensor, a traves de sus grabados, de los que fue un eximio ejecutante.  Màs de los 133 grabados de su autoria fueron producidos entre 1886 y 1891, y la fascinaciòn que le producìa esa técnica, fue expresada en estas, sus propias palabras:
" Temo la fragilidad de la pintura, expuesta al crimen de la restauración, y a la calumnia de las reproducciones. Quiero sobrevivir, poder hablar a la gente del futuro por mucho tiempo. Pienso en sólidas chapas de cobre, en tintas perdurables, de fácil producción, en impresiones fieles, y estoy adoptando el grabado como una forma de expresión."





Su siempre presente preocupaciòn por la fatalidad, lo tenebroso y la insensatez humana, se manifiestan en esta producciòn de grabados.
Pero antes, a mediados de los años 1880, se habia sentido tentado por el colorido de los impresionistas y la imagenerìa grotesca de Brueghel y el Bosco, dedicándose a desarrollar temas  y estilos vanguardistas,siendo realmente  un precursor de esas tendencias. 








No olvidemos que la vanguardia no es un fenómeno que se agote en lo artìstico, sino que tiene sus vertientes sociales, políticas y econòmicas, todos aspectos exacerbados en los años de juventud y madurez de Ensor, en la Europa de fines del siglo XIX e inicio del XX.  En Bélgica, Ensor fue quien reflejò sin concesiones a una sociedad decadente y desiquilibrada, y dijo en sus cuadros lo que nadie se animaba a decir.


                                                                
                                                               The Skeleton Painter

Es en esta heterogeneidad de estilos en donde Ensor encuentra un elemento que le será ùtil  herramienta expresiva por su versatilidad: la Máscara. 
El mismo nos lo dice: "Me he confinado alegremente en ese ámbito solitario donde impera la máscara, hecha de violencia, de luz y de esplendor. La máscara me dice: lozanìa de tono, expresiòn aguzada, decoraciòn suntuosa, grandes gestos inesperados, movimientos desordenados, exquisita turbulencia".-




                                                           Anciana con máscara - 1896

Obviamente Ensor fue excluido por sus contemporáneos,  por "poco usual" y agresivo.
La hipocresia, la desastrosa vida polìtica y la degradada sociedad en la cual creciò y creò sus obras, fueron los impulsores que forjaron una paleta de colores fuertes y trazos intensos de un pincel que dejaba huella en las telas, en espasmos de rebeldìa y hastìo. Demasiado fuerte para los hipòcritas que llevaban adelante a Europa hacia el abuso del poder, la miseria y el caos que desencadenarìa la Primera Guerra Mundial.

Y les dijo  la verdad:   todos utilizamos máscaras, y lo hacemos cuando ocultamos nuestras emociones, nuestra verdad y nuestros deseos, y la decadencia es total cuando ya  no distinguimos nuestro verdadero rostro de las máscaras con que lo cubrimos.





En 1889 da a conocer su obra cumbre: "La entrada de Cristo a Bruselas", en la que sintetiza el gran drama de la vida de Ensor: el no haber sido reconocido como Artista. Y si bien era ateo, toma el ejemplo de la figura de Cristo entrando a la ciudad, para señalar las similitudes que encuentra con su deseo de entrar a Bruselas como artista reconocido, no como Salvador, sino como lo un pintor aceptado y valorado por sus conciudadanos.


El tema del cuadro es una manifestaciòn callejera, algo similar a un desfile en honor de un héroe que regresa cargado de gloria. Vemos el frenesì de los rostros entusiastas, todos ocupados en sus locuras y devarìos. En primer plano aparece una banda con  un tambor, pero nadie parece escuchar ni marchar a su ritmo, el tránsito de la multitud es caòtico, colorido, estridente.
Los colores son fuertes y llamativos, multitud de rostros ocupan la superficie del cuadro que hoy ocupa todo un muro en el Museo Getty de Malibù, California.
Pero de pronto caemos en la cuenta: dónde está Cristo en medio de esa confusa mutitud?  No deberìa ir al frente, encabezando el desfile??  Entonces comenzamos a buscarlo entre esa profusiòn de rostros, y luego de mucho buscar, aparece el Redentor en un segundo plano, en el centro y un poco a la izquierda, casi perdido en medio de un grupo de juerguistas que amenazan con aplastarlo.
Ensor abandona la simbologìa bìblica en este instante, la tradiciòn deja de ser observada y la figura de Cristo llegando a Bruselas debe competir contra la multitud de distracciones de la sociedad moderna.  En la pintura de Ensor, entre la muchedumbre no hay un alma que preste la más mínima atenciòn a quién pudiera ser su salvador.
La imagen tiene una fuerza premonitoria descollante, conmovedora y escalofriante.  Nos está adelantando la gran pregunta de las sociedades de aquel entonces, pero tambièn de ésta:  ¿ es posible el liderazgo en los complejos sistemas modernos o se ha convertido el liderazgo democrático en una simple contradicciòn verbal?  Ensor comprendiò que el caos social estaba a la vuelta de la esquina, que lo que se gestaba en Europa era demasiado grande, que la tendencia destructora estaba germinando en esa multitud y fructificarìa en 1914, en los espasmos de muerte de la Segunda Guerra Mundial.  Entonces, el pintor que no era reconocido por la crítica, se convierte en un augur que los supera y les está diciendo, advirtiendo de un peligro mucho mayor que el desprecio hacia su obra.
Muy fuerte, de verdad!

"La entrada de Cristo en Bruselas", tiene mas de dos metros y  medio de alto por cuatro de ancho, y fue obra de sus 28 años de edad.  La incomprensiòn del medio ante su arte lo llevò, en un momento de desaliento, a tratar de vender la totalidad de su estudio a precio de liquidaciòn.  No hubo interesados. Le sobrevino una fuerte depresiòn de la que, pasados los 30 años, ya no volviò a ser el mismo. Tampoco su pintura volviò a tener la fuerza de sus años juveniles.  Por esas cosas extrañas de la vida, al mismo tiempo que decayò su producciòn y su inspiraciòn, su obra fue adquiriendo notoridad.  Tuvo una larguìsima ancianidad colmada de honores oficiales que aceptò con displicencia y flemática ironìa.

Dejo a continuaciòn algunas de sus obras más emblemáticas, seguramente encontrarán en ellas el espìritu sarcástico de Ensor,  su mirada desalentada, la ironìa dolorosa de quien observa algo que no puede revertir, sobre lo que no puede influir y por lo que sòlo le queda el recurso del sarcasmo y la intenciòn de provocar, quizás, un leve espasmo de sorpresa, o de inquietud, o de repulsiòn,  de algo que se pareciera a una emociòn, aùn debajo de las máscaras...








                                                       James Ensor en su estudio




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