martes, 11 de septiembre de 2018

BUFONES y ENANOS, vida, historia y arte...

En estas èpocas en que tanta estupidez se nos intenta vender con los ropajes de la genialidad y la sabidurìa,  me parece bien abordar un personaje de presencia permanente a lo largo de la Historia y el Arte,  que - generalmente - escudaba su genialidad, justamente al revés, a traves del  ridìculo y la aparente estupidez.
Los invito a conocer a los BUFONES y ENANOS.

 A lo largo de la Historia el Bufòn parece ser el   ùnico que podìa reirse del Rey, del Poder, de la Sociedad y salir sin  contratiempos, salvo los que fueron quemados vivos por Calìgula, quien no soportaba nada que hiciera sombra sobre su ego y autoidolatrìa imperial. En todo regla, ya sabemos que hay excepciones...
La verdadera herramienta del trabajo de hacer reir del Bufòn, no eran sus ropajes coloridos, sus piruetas o malabares, sino su palabra.  A diferencia del Payaso, el Bufòn usa la palabra para hacer reflexionar y, aunque disfrazada de humor y generadora de risas,  llevaba un mensaje que no necesitaba ser representada ni esperaba el aplauso. La suya era una palabra comprometida, no buscaba la empatìa con el entorno, como sucede con el Payaso y su pùblico, sino que apuntaba a sacudir conciencias, es hiriente  y va dirigida al Poder, representado tanto en la Iglesia, el Monarca o la Economia.


Uno de los primeros bufones con nombre fue el famoso Tersites de Homero, cuya funciòn era distraer a los soldados en la retaguardia de los combates.
En la Iliada, encontramos esta descripciòn: "Sin poner freno a la lengua, alborotaba. Sabia muchas palabras groseras por disputar, no de un modo decoroso, con los reyes. Fue el hombre más feo que llegò a Troya, pues era bizco y cojo de un pie. Tenia los hombros encorvados sobre el pecho  y la cabeza puntiaguda, cubierta por una cabellera rala y sarnosa".
Y ya vemos destacadas aquì algunas caracteristicas que mantendrà a lo largo de los siglos:  su lengua afilada e irreverente, provocadora de reyes desconociendo jerarquìas, y ciertas particularidades fìsicas que, luego encontrarìan en los enanos un nuevo depositario de las dotes bufonezcas.
Roma fue pròdiga en Bufones, y han quedado registros de sus nombres: Cicirro y Filemòn, por ejemplo.
Llega el cristianismo y se desvanecen, sus dotes no eran apreciadas y se perdieron en las nieblas de los siglos hasta que reaparecen, al principio tìmidamente, en las figuras de los Juglares de la Edad Media.
A partir de esta època casi podrìamos hablar de una "profesionalizaciòn" del papel del Bufòn, siendo muy frecuente encontrarlos en los castillos de la señores feudales o en la corte de nobles y reyes. En ese momento se revistieron del papel de "còmicos", pero su comicidad podìa ser galante o hiriente, y frecuentemente adoptaron el rol de "confidentes" de las clases superiores.
Así, provocando la hilaridad de unos y la ira de otros, sus figuras serán reconocidas y muchas sobreviven por relatos o, más visiblemente, en obras pictòricas que les invito a conocer.



Este retrato es un cuadro anònimo del siglo XVII, y retrata al enano Gabriello Martìnez. Generalmente se les retrataba junto a animales para destacar  y ridiculizar su tamaño.
Este retrato es anterior al año 1707 del pintor Niccoló Cassana y en el vemos a Angiola Biondi, quien estuvo al servicio de una noble de Baviera, Beatriz Violante. Era destino de los enanos y de todos aquellos que eran "diferentes", formar parte de la corte de nobles y reyes, como parte de un decorado exòtico.
Por su cercanìa y presunta inocencia, se convertian en personas de confianza de los poderosos y podian, tambien,  convertirse en personas muy poderosas por la informaciòn que obtenìan y con la que, si lo hacian con inteligencia, aprovechaban en su propio beneficio.


Cuadro de Domenico Gabbiani que retrata a los "diferentes" de la corte de los Mèdici, en este caso, hacia el año  1684.


Tambièn de la corte de los Mèdici es Braccio di Bartolo, apodado el Enano Morgante. El apodo ya es una burla, al provenir de un personaje  - el gigante Morgante - de una obra de teatro.
Las referencias històricas que de èl se han registrado, lo señalan como dueño de un espìritu indomable, de un caracter fuerte y muy valiente, alguien al que su pequeña estatura no le impedìa participar de cacerias de osos junto a su amo. Todos estos atributos le granjearon la confianza del Banquero Mèdici y en consecuencia mucha envidia de su entorno.
El escultor Valerio Cioli lo inmortaliza, desnudo sobre una tortuga para decorar una fuente en el Palacio de Boboli, convirtièndose hoy en dìa, en una de las esculturas más famosas de Florencia.


Don Sebastian de Morra fue otro de esos personajes "diferentes" con que los reyes gustaban de engalar sus cortes, en este caso la de Felipe IV, en España, que fue inmortalizado por Velazquez ricamente ataviado, por cuyos puños sobresale  el rico encaje flamenco. Llama la atenciòn la mirada de Don Sebastian,  honda, profunda e inquisidora, denota nobleza e inteligencia, no obstante el conjunto en general trasmite soledad y tristeza.


Velazquez, el pintor del rey, retratò a muchos de los enanos de la corte, y lo hizo aportándoles dignidad, resaltando su esencia humana en la expresiòn, en el gesto o la postura, nunca se burló y logrò inmortalizarlos.
Por ejemplo, el llamado "niño de Vallecas" cuyo verdadero  nombre era Francisco Lescano, y el cuadro que vemos a continuaciòn, es de 1634.


El pintor ubica al personaje dentro de una cueva, sentado sobre una elevaciòn y a resguardo de las inclemencias del tiempo, el que adivinamos por el cielo nuboso del fondo. Los colores son sombrìos en general, pero Velázquez resalta con colores màs claros y brillantes , el rostro del joven y sus manos, parte de su pierna fuera de la ropa. Quienes han estudiado la obra a la luz de los conocimientos del siglo XVII, ven en este niño los signos clínicos de lo que se llamò "cretinismo" (hipotiroidismo).- Era un niño  enfermo para los conocimientos de la època, y Velázquez lo resalta con piedad y compasiòn. Francisco Lezcano falleciò en 1649, tres años despues que su amo, el prìncipe Baltasar Carlos. El cuadro habla del personaje, pero creo que, tambièn, nos destaca las cualidades humanas del pintor que, con tanta sensibilidad le inmortaliza con sus deficiencias pero con enorme dignidad.

Sin duda, en uno de los cuadros más famosos de Velàzquez - Las Meninas - es donde vemos màs claramente el papel de los enanos y bufones dentro de la corte, en contacto directo con el Rey y su familia.



Hacia el ángulo derecho del cuadro encontramos a la enana y bufona de la corte, Mari Barbola, de origen alemán, quien habia entrado al servicio de la familia real, a los dos años del nacimiento de la Infanta Margarita. Era muy apreciada por sus dotes còmicas, pero tambièn por sus supuestas artes adivinatorias.
En aquellos tiempos vivian más de 40 enanos bufones en la corte, pero Velázquez eligiò a Mari Barbola para situarla junto a los miembros más destacados de la familia real. Segùn se dice, Mari pasaba muchas horas en el taller de Velázquez observando su trabajo.



" Me  hubiera gustado tanto ser distinta. No sabes còmo desee recibir educaciòn. Pensaba que leer libros debìa ser apasionante. Sólo conseguì, despues de mucho esfuerzo, escribir y leer con dificultad, gracias a Don Diego y porque muchas veces acompañaba en sus lecciones a la Infanta Margarita. Carecì de formaciòn no por ser enana, sino porque mi familia no disponìa de recursos de ningùn tipo y, además, porque en mi mundo, nadie se preocupaba por ello...".-
Los enanos que tenìan la suerte de vivir en el Alcázar, en el entorno más cercano de la familia real, eran afortunados, porque ,aunque se vieran obligados a recibir burlas y convertirse en bufones, la vida fuera de allí hubiera sido terrible.

Otro enano privilegiado por su cercanìa, primero con el hombre más poderoso del reino, el Duque de Alba, y  luego en la corte de Felipe IV, fue Juan Martìn Martìn. 
En el cuadro aparece con unas calabazas, como sìmbolo de incapacidad mental. Con su sonrisa boba y falta de expresiòn, durante mucho tiempo se llamò a este cuadro "El Bobo de Coria" y al personaje, "Juan de Calabazas" o el "Bufòn Calabazillas".



Pero quien más me ha conmovido ha sido  Eugenia Martìnez Vallejo, "la Monstrua".
En la segunda mitad del siglo XVII, y apenas con un año de edad, fue llevada a la corte de Rey Carlos II,  el Hechizado, por sus padres,  sabedores del gusto de reyes y cortesanos de rodearse de seres extraordinarios por diferentes, con el fin - quizás - de disimular sus propias singularidades,  sus dolencias fìsicas o psìquicas o simplemente como diversiòn. Eugenia comenzò a vivir en el Alcazar, junto a la familia del Rey, y a los 6 años ya pesaba más de 70 kilos;  tal robustez la hizo famosa entre la poblaciòn quièn le atribuyò el sobrenombre de "la niña monstruo de los Austrias".
En 1680 el pintor del Rey, Juan Carreño de Miranda hizo dos retratos de Eugenia, uno en que aparece vestida y el otro, desnuda, por expreso pedido del Rey.


 En ambos cuadros, conocidos como "La Monstrua vestida" y "La monstrua desnuda",  más allá de los detalles de la composicìon, lo que destaca y me conmueve, es la profunda tristeza que refleja la expresiòn de la niña, sus ojos achinados, su boca pequeña, la soledad de ser un divertimento para muchos, sin vida propia.
Falleciò a los 25 años de edad.

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, estos seres diferentes fueron prohibidos de manera definitiva, seguramente por influencia de las Nuevas Ideas de la Ilustraciòn y la proclamaciòn de los Derechos Humanos en Francia. Se terminaba de ese modo una antiquìsima costumbre que ubicò a seres extraordinarios algunos por sus dotes de inteligencia y resiliencia en las difìciles condiciones de sobrevivencia ante la burla, y otros inocentes que, como Eugenia Martìnez Vallejo servìan para los egoistas e insensibles fines de las damas que la hacian caminar a su lado, para que resaltara la esbeltez de sus figuras en contraste con las medidas  extraordinarias de la joven. 

Bufones han sido entonces, otra muestra de esta fauna humana que, con distintas apariencias y en diferentes condiciones, suelen aùn aparecer en primera plana ...

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