sábado, 22 de septiembre de 2018

VILHELM HAMMERSHOI, silencios elocuentes

Observar la obra del pintor danés, VILHELM HAMMERSHOI, nos genera una sensaciòn extraña de la que no es posible desprenderse ni olvidar, aunque nos apartemos de ella.  Quizás porque, en este mundo siglo XXI en que vivimos - y sobrevivimos - todo lo que nos rodea, contrasta sustancialmente con lo que emana de sus cuadros:  placidez, calma, soledad, ausencia y, cierta angustia que no nos deja indiferentes.
Voy a recurrir para armar esta entrada, a diferentes opiniones manifestadas sobre el pintor y su obra, como por ejemplo, la del escritor Rainer Maria Rilke, quien expresò:
"Hammershoi no es alguien de quien uno pueda hablar rápido. Su trabajo es largo y lento, y cualquiera sea el momento en que uno lo aprehende, ofrecerá plenas razones para  hablar de què es lo importante y esencial en el arte".
 Naciò Hammershoi en Copenhague en 1864 y falleciò en la misma ciudad, en el año 1916.
De su temprana vocaciòn artìstica e incursiòn formativa en la Real Academia de Bellas Artes de Copenhague y luego en la Escuela de Estudios Libres, rescato la observacìon que de él hace uno de sus maestros:  "tengo un alumno que pinta de un modo verdaderamente extraño. No le comprendo, pero creo que llegará a ser importante y trato de no influir en él".

La obra que expone en 1885 en la Exposiciòn de Primavera es una anticipo de lo que serán las caracteristicas permanentes de toda su producciòn pictòrica. Se tratò de un cuadro que debìa representar una figura femenina de tres cuartos y de tamaño natural.



Se trata de "Retrato de una joven",  la hermana del pintor. Desde la pose de la joven, hasta los colores elegidos, la luz y el resalte de rostro y manos de la misma, todo atrae la mirada del espectador.  Interesante observaciòn realizò uno de los mayores estudiosos de la obra del pintor, Poul Vad, sobre la mano izquierda de la modelo, la que reposa sobre la superficie del asiento: " A esa mano a modo de tentáculo que se aleja del cuerpo, mientras palpa el asiento, el pintor le ha dedicado todo su cuidado, de modo que la plasticidad  de esos dedos es mucho más precisa que la de cualquier otro detalle".
Serà ese ensimismamiento en el detalle, lo que lo aparte de lo superfluo y todo lo que considere prescindible, aportando el caracter despojado y limpio de sus obras.
Debemos consignar que con esta obra, y a pesar del ferviente reclamo de muchos pintores, no obtuvo ningùn premio, pero sì con la siguiente, en la Exposiciòn Mundial de Paris, en 1888, al llevarse el tercer premio:


"Joven cosiendo", tambièn la hermana del pintor como modelo.
En el escenario artìstico danés de la década del 80, primaba el buscado realce de los ambientes hogareños, interiores y resguardados, quizás en contraste con el oscuro mundo exterior de fines del siglo XIX.

Cuando se casa con Ida Ilsted en 1891, se van de viaje por Europa y recorren los principales centros artìsticos de la época, toma contacto con los movimientos y expresiones pictòricas de aquellos años, pero no parece reflejarlo en su obra.
"He viajado a Paris para ver mucho y aprender algo. Pero creo que aprenderé más del arte antiguo que del nuevo".
De esos viajes y de los siguientes que hara con su esposa, son los cuadros de temas paisajísticos, con una nota caracterìstica, la tonalidad agrisada y nostálgica, quizás influenciado por la niebla londinense que tanto le impresionò, como lo manifestò expresamente.





Bosques y campiñas, árboles y cielos empañados por una pàtina de irrealidad, sugerente y misteriosa. Son paisajes planos, a pesar de la perspectiva que se puede hallar en los mismos,  no se aprecia un primer plano que invite al observador penetrarlo, simplemente lo muestra.

En una entrevista que le realizan en 1907, dijo: " Lo que me hace elegir un motivo son las líneas, a las que me gusta llamar contenido arquitectònico de la imagen. Y luego está la luz, por supuesto. Obviamente la luz  tambièn es muy importante, pero creo que son las lìneas las que tienen el mayor significado para mì. Naturalmente, el color no carece de importancia. No soy realmente indiferente a còmo se muestran los colores. Trabajo duro para hacerlos parecer armoniosos. Pero cuando elijo un motivo, pienso primero, y sobre todo, en las lìneas".-

En las obras siguientes, lo podemos apreciar claramente:





En los espacios maneja los planos y las lìneas apoyado en la Luz, y la presencia de objetos o su ausencia, marca una atmòsfera de incertidumbre, nos  provoca a buscar què cosa nos quiso mostrar y que, parece, somos incapaces de hallar. Nos invita a buscar algo que, quizás, no esté, y eso es lo que nos inquieta y desafia a la vez. Sus silencios son palpables.




"Polvo bailando en los rayos de sol", asì titulò a este cuadro en que la Luz es la gran protagonista. No hay  personas, no hay muebles, cuadros, alfombras, lámparas. Las paredes son claras y la luz parece ser invernal, pero atrapadas en esos haces de luz, millones de motas de polvo bailan su danza eterna y universal, conectando la realidad del pintor con el movimiento  y la energìa de todo lo existente, aùn detrás de su aparente inmovilidad, del silencio y las ausencias.
Claramente, tambièn, se visualiza su apego a las lìneas, en un juego de cuadrados y rectángulos en los vidrios de las ventanas, en el artesonado de las paredes y en las puertas.


Apreciamos elementos escénicos, como mesas, sillas,  cuencos, lámparas, cuadros a los que va cambiando de lugar buscando efectos diferentes, jugando con la luz y las lìneas pero siempre trasmitiendo, inequìvocamente, la sensaciòn de vacìo y de ausencia, de una bùsqueda sin propòsito y sin èxito.
Los interiores pertenecen a las dos residencias en que viviò en Copenhaguen junto a su  esposa,  lugar al que tambièn utilizaba como estudio.

En las obras siguientes podremos apreciar su innegable - y expresa - admiración por la pintura "antigua", sobre todo la del Siglo de Oro holandés, sobre todo en el tratamiento de la figura femenina.





Casi siempre de espaldas, son figuras casi escultòricas, parte del escenario, pero protagonistas de tareas sencillas y domésticas, sentadas o de pie parecen ensimismadas en la tarea y ajenas totalmente al entorno, aisladas; aùn en las que hay otras figuras:



En el cuadro que sigue, "El Reposo",  una figura sentada, de espaldas al observador, de frente a la   pared, un espacio gris que le pone lìmite a su mirada, no hay nada para mirar, y nosotros -los observadores -  sòlo vemos su nuca con el cabello recogido.


Ella está allí para ser mirada por nosotros, parece no tener objeto ni sentido. Hay, sin embargo y a pesar de su presencia, una fuerte sensaciòn de vacìo y creo que por allí viene la invitaciòn del pintor a que le pongamos  significado a lo que, intencionalmente, no nos dice.



Esa aparente inmovilidad conlleva en sì misma la acciòn que desarrolla el personaje, y ese es uno de los puntos en que Hammershoi hace contactos con pintores de otras épocas, hacia atrás y hacia adelante de su tiempo: Veermer y  Dennis Hooper, entre otros.



Vilhelm Hammershoi
(1864- !916)


El pintor y su esposa Ida Ilsted

No hay comentarios:

Publicar un comentario