sábado, 29 de septiembre de 2018

PHILIPPE CHARLES JACQUET, los rìos que van a la mar

Naciò PHILIPPE CHARLES JACQUET en el valle del rìo Rance, al norte de Francia, en la Normandìa.  Sin duda que ese paisaje tan arraigado al mar ha dejado su huella en el alma de este pintor que nos impresionará con sus obras misteriosas y subyugantes.
A sus 61 años, y luego de graduarse de Arquitecto en 1980, insistiò en lo que fue una poderosa atracciòn: la pintura.
Amante de los espacios abiertos y el mar, su obra - inevitablemente - lo trasmitirá.
Intentemos conocerlo a traves de sus pinturas:





Ya, en estos tres cuadros encontramos lo que será una constante en su obra:  el mar, los espacios abiertos y las construcciones, muchas veces caprichosas pero siempre sòlidas y contundentes.
La figura humana aparece en casi todos sus cuadros, pero son pequeños, resaltando la magnificencia y monumentalidad del escenario en que los ubica.
Las construcciones arquitectònicas muchas veces parecen ser parte del paisaje, incrustado en las piedras de un acantilado o emergiendo del mar. Figuras caprichosas que, no obstante, no son ajenas a estilo de las construcciones caracteristicas de la Normandìa.  
Creo que podemos generar nuestras propias historias al quedar observando los elementos del cuadro y, aunque tienen un caracter imaginario, onìrico y surrealista, muestran un mundo en que suceden cosas, en que el pintor recrea su internalidad, pero que nos invita a recrear la nuestra.




El agua tiene un caracter simbòlico muy recurrente en el arte, desde siempre. Es lo desconocido, lo misterioso y el temor que nos provoca, al mismo tiempo que nos atrae por su belleza, su vastedad, sus colores y profundidad. A traves del mar podemos viajar a mundos desconocidos, aventurarnos en territorios subyugantes ,  es lo peligroso  pero tambièn la esperanza del regreso; y es lo que esas figuras pequeñitas en las embarcaciones que parecen flotar sobre aguas transparentes, parecen indicar.
Las luz se filtra por las pequeñas ventanas de lejanos y altos edificios,  es una señal de vida,  que puede ser de espera y bienvenida al viajero. 





En la superficie total de la obra, suele marcar claramente el horizonte que divide y une a la vez, tierra y mar: y sobre esa lìnea divisoria ubica personajes a los que podemos atribuirle historias y destinos; quizás de  esperas, de encuentros y despedidas, de sueños.
El reflejo de los edificios sobre la superficie del agua genera simbiosis, unidad entre planos diferentes, haciendo un mundo integral compuesto de elementos diferentes que se complementan. Como la Vida, como el mar que la simboliza.
Los botes navegan por esas aguas con destinos que queramos aportarles. Muchas veces en posiciones caprichosas, o varadas en un espejo de mar que parece haberlo atrapado indefinidamente.



La paleta de colores de Jacquet va de los azulados y violetas, difuminados en rosas y grisáceos, colores que son evocadores de sueños, de mundos sutiles que, no obstante, tienen la solidez de los edificios que construye en ellos.
El agua, el mar, el rìo...




y pocos paisajes en que no aparecen, pero cuyas superficies tienen la misma  textura con que resuelve las escenas marinas.



La experiencia del observador es gratificante, la vista se pierde en los detalles, se ve atrapada por las pequeñas figuras humanas perdidas en la inmensidad del paisaje, busca historias y sentidos, quizás  - exactamente - lo que busca el pintor: un sentido en el mar de la Vida o, como nos dejò Manrique en aquellos inolvidables versos:

"... nuestras vidas son los rìos
que van a dar a la mar...
que es el morir..."




Philippe Charles Jacquet










viernes, 28 de septiembre de 2018

ANDREI BELICHENKO y MARIA BOOHTIYAROVA, belleza a dùo..

No es frecuente encontrar "socios creativos", pero en el caso de estos dos pintores rusos contemporáneos, se da y funciona de maravilla.
Se trata de ANDREI BELICHENKO y MARIA BOOHTIYAROVA, esposos..  Escasìsima informaciòn he podido encontrar sobre ambos, salvo que han expuesto sus obras en las principales capitales de Europa y en  los Estados Unidos.
Ya comencemos a deleitarnos con sus obras:




El estilo es netamente figurativo reuniendo todo lo que le es caracteristico, desde la fidelidad a la realidad, aunque en su realizaciòn pueda haber cierto idealismo, hasta la complacencia del observador al estar frente a una obra que no le ofrece dificultad alguna, sòlo propocionarle  disfrute estètico.





Las escenas nos trasmiten serenidad, paz y armonìa; su paleta de colores - al menos en estas primeras obras - son suaves y delicados, resaltando el blanco como fuente de luminosidad.  Es esta luz tan particular una de las caracterìsticas del arte figurativo, ya que la misma  busca ennoblecer lo que ilumina desde la visiòn particular del pintor que se trate. 





Cuando incursionan en imágenes de desnudos, la plasticidad y belleza está por encima de cualquier otro contenido, es pura estética y apuntan a resaltar la hermosura de un cuerpo, sus lìneas,  o sensualidad gestual.







El desnudo puede ser un mero pretexto para crear una obra de arte, para experimentar con colores, con luces y sombras.


... o simplemente por el puro deleite del pintor quien ejercita su arte, sus herramientas expresivas ponièndolas al servicio y resalte de lo observado.




Los cuadros y sus temas, su composiciòn y realizaciòn son obra de dos eximios artistas con oficio y sentimiento, eso se traduce en todos y cada una de las obras que hemos compartido y que espero les  haya agradado tanto como a mì.
Los dejo con alguna más...Disfruten!!






ANDREI BELICHENKO y MARIA BOOHTIYAROVA

lunes, 24 de septiembre de 2018

FRANZ SEDLACEK, vivir en un mundo extraño

Conoceremos la obra de un hombre singular, FRANZ SEDLAZEK, y sepan que cada vez que califico de ese modo a un pintor, a un artista cualquiera,  me queda pendiente la respuesta a la siguiente pregunta: què hombre no lo es??  Sedlazek como cada uno de nosotros,  es el resultado de una historia particular, propia, inserta en el lapso cronològico de una Historia mayor, que suele escribirse asì, con mayùscula. Entre ambas circunstancias, la propia vital, y la del marco en que discurre, se forja la singularidad de un hombre.
A Sedlazek le tocò en suerte nacer en una zona de Europa codiciada por todos, y todos se creyeron en algùn momento con derecho a plantar bandera sobre su geografia de fronteras mòviles: Polonia. En el siglo XVIII fue dominada por Prusia, Rusia y Austria quienes se repartieron su territorio. Apegados a su identidad los polacos logran mantenerla a pesar del poder extranjero, y con diversos periodos de alternancia entre estabilidad y rebeliones, transcurren el siglo XIX hasta lograr, recien despues de la primera Guerra Mundial, su independencia definitiva.
En este escenario naciò en 1891 en Breslau, y para que tengamos una idea de lo que viviò Polonia, esa ciudad se llama asì en alemán, pero en polaco su nombre es Wroclaw, y en checo Vrastislav. 

Hijo de un fabricante de maquinaria de refrigeraciòn, a los 6 años se instalò con su familia  en Linz y luego en Viena, en 1910.  Mostrò sus dotes artìsticas a temprana edad dibujando caricaturas, pero cuando se muda a Viena, decide estudiar arquitectura y, un año más tarde, se dedicò a estudiar quìmica. De todos modos, no abandonò el dibujo y se inicia en la pintura, participando en 1912 en una exposiciòn en Linz.
Sobreviene la Primera Guerra Mundial y se alista en el servicio militar, terminada la misma, finaliza sus estudios de Quìmica.
En el periodo entre las dos grandes guerras, desarrolla sus inquietudes pictòricas de manera paralela a su trabajo en la industria quìmica.  Fue una època fecunda y de reconocimiento, participò en diversos movimientos artìsticos y recibiò varios premios nacionales e internacionales.
Cuando se declara la Segunda Guerra Mundial, en 1939 es llamado a filas y se alista otra vez, lo que lo llevò a Stalingrado, Noruega y  Polonia . Desde 1945 fue considerado desaparecido en acciòn.
Toda una vida resumida en estas pocas palabras. Para conocerlo más, comencemos a observar sus obras y las particularidades que la llevaron a ser expuestas, en 1930, en el Museo de Arte Moderno de New York.







Comencemos por sus dibujos, con un trazo y una temática que provocan en el observador - lo menos - la curiosidad por desentrañar el mensaje o la intenciòn, el ánimo del artista al concebirlas.  Por lo pronto me animo a señalar el misterio, la dificultad que presentan e, imaginemos, esas escenas en el contexto històrico y artìstico del creador y de sus contemporáneos.
Podemos hablar del caracter onìrico de estas obras, en donde  la ensoñaciòn es la que prima sobre la lógica y la razon,  salimos de la zona de vigilia para adentrarnos en el terreno de los sueños.


  

Contacta con el surrealismo en la descripciòn del paisaje desde perspectivas inusuales,  en imàgenes que evocan silencios propios de un mundo ajeno y extraño. Trasmiten angustia y se pueden circunscribir en la categorìa de "paisajes metafìsicos" que señalò Apollinaire, el célebre poeta y ensayista francés que ejerciera notable influencia sobre las corrientes vanguardistas de inicios del siglo XX. 
La figura humana aparece casi mimetizada con el paisaje, en ocasiones apenas se la distingue, forma parte de él, se consustancia y amalgama.




Sedlazek hombre no puede eludir la dura realidad de su contexto històrico, está sujeto a ella, la padece y sufre. Su realismo descriptivo, entonces, pasa entonces por el tamìz de sus emociones y sentimientos, por su deseo de evasiòn hacia territorios desconocidos que lo alejen de lo que ve a su alrededor  y que rechaza.



Comienza entonces a ser parte de lo que se llamó "la Nueva Objetividad" alemana,  hacia 1920, y que lo vincula al realismo social, un modo de anclaje en su presente. Tambièn llamado "Realismo Mágico", llega desde los centros culturales de Berlín y Dresde apoyando el compromiso social y polìtico de los artistas.
No olvidemos que Sedlazek habia regresado de la guerra y siempre es traumático el reinsertarse en la cotidianeidad, máxime en la de aquellos años entre guerras, convulsa y removedora de principios y valores.
Debe dar testimonio con su arte, denunciar a las clases dominantes y mostrar el sufrimiento del pueblo, y lo hará desde su visiòn y con sus recursos expresivos.







Seres extraños pueblan sus cuadros, fruto de una realidad que expresa objetividad desde la imaginaciòn y la irrealidad, otro razgo surrealista, otro razgo de realismo mágico. Se muestra lo real y cotidiano como algo irreal y extraño;  lo irreal es parte de la realidad.    Y nuevamente quiero resaltar a Sedlazek Hombre,  intentar comprender su psiquis y con las emociones de quien ha sobrevivido a una guerra como la del 14, la de las trincheras y el barro, la del gas pimienta y la lucha cuerpo a cuerpo.





Este cuadro se llama "Fantasmas en el árbol", y realmente la imagen es perturbadora.  Aparte de lo que muestra en cuanto al dibujo, lo perturbador es resaltado por un excepcional uso de la luz y las sombras. No podemos distinguir si la luz es de la Luna o del Sol que se filtra entre las nubes,  y esa imprecisiòn es la que provoca una fuerte sensaciòn de agobio e incertidumbre, más allá de las figuras espectrales posadas en las ramas del árbol.  La imprecisiòn sobre la fuente de la luminosidad es utilizado por el pintor como un recurso expresivo de excelencia, y proyecta tambien todas sus emociones y, seguramente, la evocaciòn de sus vivencias más profundas ante la muerte, cara a cara con ella en el campo de batalla.
Propio del surrealismo fue la experimentaciòn cromática con el propòsito de representar diferentes estados psicológicos y, sin duda, es lo que estamos viendo en este cuadro.-







El pintor trasmite la transgresiòn, la ruptura y transformaciòn de lo natural, del orden, de lo establecido llevándolo hasta el terreno de la naturaleza, en imagenes surrealistas de gran fuerza. Es el mundo en el que vive,  y el arte es la vìa para traducir una realidad que se ha desfigurado y que encuentra su representaciòn en nuevas formas perturbadoras y extrañas.

Quiero dejar a Sedlazek, al Hombre, en imàgenes que nos permitan evocarlo en ámbitos de paz y convivencia armoniosa, en ciudades amigables con ciudadanos pacìficos, en el marco de una normalidad que puede trastocarse en cualquier momento, pero que el pintor plasmó para el recuerdo y confirmaciòn de que  era posible.






Con su familia

Franz Sedlacek
(1891 - 1945? )


Su firma